Dani Jiménez: “Lo mejor que puede suceder es que un niño le enseñe a otro niño”
Físico, divulgador científico y creador de experimentos
¿Siempre ha querido ser científico?
No, yo de pequeño quería ser astronauta. Astronauta o detective, como Sherlock Holmes. Y un científico es precisamente la mezcla de los dos. Es un detective que no quiere resolver un crimen, sino que investiga lo desconocido, como el astronauta. Intenta encontrar algo nuevo con los mecanismos del detective.
Pero su asignatura favorita era la tecnología, ¿no?
Sí, desde pequeño sentía fascinación por las máquinas neumáticas, los motores, la electrónica… ¡Con apenas nueve años arreglé la lavadora de mi madre! Eso a mí me encantaba. Y, de alguna forma, la ciencia y la física, te permiten entender lo que la tecnología aplica. Por eso seguí por este camino, aunque cuando yo iba a la escuela las clases de ciencia eran tan teóricas que era difícil engancharse.
¿Cómo se enseña hoy la ciencia en la escuela?
Todavía se da demasiada importancia a la teoría. Se trabaja demasiado la cognitividad y muy poco la creatividad y el pensamiento lateral.
Pero es que la ciencia es algo muy serio…
Sí y no. Los grandes científicos han aprendido ciencia probando, experimentando y solucionando problemas prácticos. Nuestro cerebro está estructurado para resolver los problemas así, de una forma práctica.
¿Como por ejemplo…?
Si un niño tiene que sacar agua de un pozo porque está sediento y hay un bosque a su alcance, seguro que se le ocurren miles de soluciones: construir una caña muy larga con cañas más pequeñas, hacer un cubo y lanzarlo al pozo con una liana, inyectar aire en el pozo para que suba el agua… Sin ser consciente de ello, lo que está haciendo el niño es buscar una solución práctica aplicando la tecnología, el ingenio y la ciencia. Pero claro, sobre el papel y sin estar sediento, es muy difícil sacar agua del pozo.
¿Cómo se transmite este espíritu a los niños?
Ayudándoles a interiorizar el método científico y a aplicarlo de forma rigurosa.
¿El método científico?
El método científico consiste en aprender a observar la realidad, hacer hipótesis y realizar experimentos para comprobar estas hipótesis. Y sobre todo a saber trabajar en equipo. Si la ciencia avanza hoy en día es gracias al trabajo en equipo.
¿Y a los niños les gusta el método científico?
Sí, porque les gusta experimentar. Delante de un experimento, el adulto tiene ideas preconcebidas y prefiere buscar la solución en su cerebro que experimentar. En cambio, al niño le gusta probar, jugar, experimentar… Y, en este proceso, encuentra la solución o construye el experimento.
Entonces un buen científico es como un niño.
Claro. Un buen científico no debería perder nunca su niño interior, ése que no tiene vergüenza de preguntar, de probar, de compartir… Cuando un niño se acerca a otro niño le dice “¿quieres jugar?”. Y ésta es la actitud que deberíamos tener todos los científicos y preguntarnos “¿quieres experimentar?”.
¿Qué experimentos les gustan más a los niños?
Les gustan todos, pero cuando disfrutan más no es cuando el experimento es explosivo, aunque les encanta, ni cuando el experimento es muy espectacular, que también les encanta, sino cuando saben que podrán repetirlo en casa. Prefieren los experimentos que podrán enseñar a sus padres, hermanos o abuelos, convirtiéndose así en pequeños científicos.
¿Qué ha sido del “no lo hagan en casa”?
Hay muchísimos experimentos que se pueden hacer en casa. Es tan sencillo como coger un huevo, ponerlo en vinagre y ver cómo reacciona la cáscara del huevo. En 12 horas el color del huevo ha cambiado, al día siguiente, el huevo empieza a ser flexible y, en pocas horas, ¡el huevo bota!
Parece divertido. Cuénteme otro…
Cogemos una botella de 2 litros vacía. Se llena la mitad de agua con colorante abajo y se añade aceite arriba. Los dos líquidos no se mezclan porque tienen estructuras moleculares y densidades diferentes, y el aceite siempre se queda arriba.
¿Cómo seguimos?
Cogemos una pastilla efervescente, de vitaminas, por ejemplo. Tiramos la pastilla dentro de la botella. Al principio no pasa nada, porque con el aceite no reacciona. Pero cuando entra en contacto con el agua empieza a salir dióxido de carbono, que es un gas y, por lo tanto, sube. Subiendo se encuentra con el agua coloreada y el aceite y empieza a crear una lámpara de lava espectacular.
Y, para acabar, ¿cree que las nuevas tecnologías y plataformas como Tiching pueden ayudar de alguna forma en la divulgación de la ciencia?
Totalmente. Las nuevas tecnologías permiten que el niño aprenda experimentos de una forma prácticamente autónoma y que los pueda compartir, que es lo que más le gusta. Niños de todo el mundo se graban haciendo los mismos experimentos con pequeñas variaciones. De esta forma, los propios niños se convierten en prescriptores. Esto es lo mejor que puede suceder: que un niño le enseñe a otro niño.
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